Humala y las imposturas de la izquierda y la derecha

Por Rafael Poblete (@RafaelPoblete) **
La reciente suma de testimonios que revelan más violaciones de los derechos humanos perpetradas por Ollanta Humala cuando era jefe de la base antisubversiva de Madre Mía en 1992 y 1993 y, el encubrimiento sistemático de estas atrocidades, en primer lugar, desenmascara una vez más la profunda hipocresía de muchos. Una izquierda cómplice que en función de sus intereses políticos se ha apoderado de la narrativa y supuesta defensa de ese principio fundamental en el país. Recordemos que durante la campaña presidencial de 2006 Humala era “enemigo” de gran parte de la izquierda y, consecuentemente, de una de sus extensiones operativas más eficaces y nocivas: su batería de organismos de DD.HH. ante los cuales el ex comandante prácticamente era un asesino despreciable. Pero en la campaña de electoral de 2011 este colectivo –que además tiene un envidiable aparato legal y mediático- dio un dramático giro cuando se sumó a la locomotora “nacionalista” para enfrentar al odiado fujimorismo. Entonces, para la izquierda, tan importante como cerrarle el paso a Fuerza Popular era formar parte, en primera fila, de un nuevo gobierno con el ex “Capitán Carlos”: estaban en juego envidiables jefaturas y puestos en el aparato del Estado -ministerios, embajadas, alcaldías provinciales y distritales, curules congresales, altos puestos en el funcionariado público, asesorías, etc.- con jugosos sueldos, influencias y riqueza.
Los caviares en su esencia más pura. El viejo y abominable juego de la codicia y el poder. Desde la derecha anti fujimorista, hasta Vargas Llosa –solemne referente ante el mundo sobre el estado real de la democracia peruana- y parte del ámbito académico también apoyaron a Humala para impedir que la candidata Fujimori llegue al poder: convenientemente, en ese momento no les importaba que ya se sabía, casi sin lugar a dudas, que el ex comandante podría tener las manos manchadas de sangre.
Ahora la izquierda caviar y la derecha anti fujimorista guardan vergonzoso silencio sobre el cómplice encubrimiento del caso de Madre Mía y ante nuevos testimonios, más espantosos aún, que acreditan que Humala fue prácticamente un macabro “asesino en serie, un monstruo”, tal como ha supuestamente calificado su otrora cercanísimo amigo y ex abogado del caso, Omar Chehade. Los escuderos de Humala alegan que la reapertura del escándalo Madre Mía responde a “mentiras” y es una “venganza política” de apristas y fujimoristas. La situación del ex “Capitán Carlos” y su mujer se agrava aún más con la reciente confirmación de Marcelo Odebrecht de que remitió US$ 3 millones a Nadine para la campaña presidencial de 2011. – A estas alturas ¿Quién duda que se trató de parte de una coima adelantada para favorecer a la constructora con mega proyectos con el fin de súper saquear al Estado peruano? Soborno de testigos, el extrañísimo asesinato del fiscal que acusó a Humala de violador de DD.HH., la complicidad de importantes medios de comunicación, de la Fiscalía y el Poder Judicial para encubrir el caso… y nuevos testimonios que coinciden en asegurar que el “Capitán Carlos” ordenó torturas, mutilaciones y decenas de asesinatos. ¿Fue OllantaHumala un personaje realmente siniestro a quien los peruanos le impusimos la banda presidencial?. El sangriento expediente Humala revela tremendas imposturas: por un lado, la izquierda caviar que medró con la defensa de terroristas e instrumentaliza la defensa de los DD.HH. con el fin de atacar y debilitar a las FF.A. en su conjunto, hizo una excepción en el caso puntual del ex comandante (“será un asesino, pero es de los nuestros”). En el otro extremo, la derecha más cruda que con el objetivo de denostar a la izquierda, se rasga las vestiduras por la violación de DD.HH. perpetradas por Humala, cuando casi por definición política, siempre se ha negado a que se investigue y se haga Justicia contra una minoría muy marcada de uniformados que durante la lucha antisubversiva perpetró asesinatos y envileció a los institutos armados.
Recordemos que durante ese conflicto existió una minoría de uniformados que ejecutó la práctica sistemática del secuestro-tortura-asesinato-desaparición de terroristas, de sospechosos y de inocentes. ¿Por qué también inocentes? Porque en ese conflicto el enemigo se mezclaba entre la población y, lamentablemente cualquier acusación irresponsable o interesada contra cualquier poblador inocente servía a aquellos militares inescrupulosos, como Humala, practicantes de la represión indiscriminada, para eliminarlos. Los institutos armados –nunca debemos olvidarlo- ofrendaron una gran cuota de sangre y fueron decisivos en la victoria patriótica de la sociedad peruana contra el terror. El país le debe mucho a los esforzados militares y policías que lucharon con honor contra la subversión. Conformaban una mayoría patriótica frente a una minoría criminal del cual formó parte Humala, que desde la izquierda o la derecha recibió apoyo político para consumar la impunidad.